Y Jesús
se detuvo y dijo: Llamadle. Y llamaron al ciego, diciéndole: ¡Anímate!
Levántate, que te llama. Y arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a
Jesús. Y dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? Y el
ciego le respondió: Raboní, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe
te ha sanado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino.
(Mar
10:49-52)
Un
miércoles de tarde; pensaba en una de mis hijas quien no llegaría a casa
temprano porque estaba en una actividad de su escuela. En la noche cuando la
recogí; ella se encontraba muy desilusionada. Esa tarde ella debía recitar un
poema en árabe, pero cuando estaba en medio de éste, ella se paralizó y no
salió bien. Su profesora le había dicho que seguramente ganaría; ya que mi hija
lo había estado haciendo muy bien y en el peor de los casos al menos
ganaría una medalla. Pero la realidad fue más dura: eran 4 participantes y ella
quedó de cuarta por no decir última.
Al día
siguiente escuché una enseñanza basada en Marcos 10; y yo continué haciendo la
lectura por mi cuenta. Yo también estaba desilusionado y le preguntaba a Dios
¿Por qué? ¿No podía ella tener la gloria de una medallita?
El
Señor me respondió con una sencilla ilustración del evangelio.
Juan y Jacobo su
hermano le dicen a Jesús: “Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que
te pidamos”, a lo que Jesús responde: “¿QUÉ QUERÉIS QUE HAGA POR VOSOTROS?
Ellos piden
que, en la gloria del Cristo; ellos tengan la posición de honor a la derecha e
izquierda del Mesías.
Sin entrar
en detalles y sin considerar el mal ambiente que se levantó entre sus
compañeros de viaje; leemos que posteriormente hay un hombre ciego junto al
camino que empieza llamar a Jesús a gritos. Aquellos que tienen el don de la
vista quieren callarlo, pero Jesús ordena que lo traigan a él y pregunta: “¿QUÉ
DESEAS QUE HAGA POR TI?
El ciego
de nombre Bartimeo responde: “Mi Maestro, que recobre la vista”
Bartimeo
recobró la vista y seguía a Jesús.
Así que
Jesús que siempre responde a nuestras preguntas me dijo: ¿Qué deseas que haga
por ti? Y en lugar de la gloria de una medalla le pedí:
“Qué recobre la vista y
pueda seguirte de cerca”