Tuesday, October 29, 2013

Caminando, Pedaleando, Empujando

Este fin de semana; después de más de un año sin escribir en este Blog; la inspiración volvió al experimentar de nuevo la paternidad.

El domingo nos devolvieron la hora que nos habían quitado en la primavera. Así que el domingo cuando despertamos a las 8:00 a.m.; no eran las 8:00 sino las 7:00. ¡Que alegría! nos habíamos levantado temprano y no estábamos cansados.

Aproveché esta oportunidad para salir a correr un poco e invité a mi hijo a que me acompañara en su bicicleta. Salimos por una avenida cercana a casa y fuimos por un parque que atraviesa gran parte de la ciudad de sur a norte. Este es un parque con una foma muy alargada que me recuerda los mapas del Mar Rojo y la península del Sinaí. Al norte por donde comenzamos es la parte más alta y al sur donde arrivamos a la mitad de nuestro recorrido la parte más baja. Quiere decir entonces que la primera parte del recorrido la hicimos en bajada y la segunda en subida.

Al llegar a la mitad del recorrido le dije a mi hijo: "prepárate porque la parte que viene ahora es toda subiendo". Comenzamos tranquilamente a subir y unos minutos después me pidió parar para descansar. Normalmente "nunca" me detengo ya que para mí volver a comenzar a correr me es más difícil. Pero en esta ocasión había decidido de antemano que me detendría y que tendría en mí mismo mucha alegría y paciencia con mi hijo y que disfrutaríamos juntos de ese tiempo de comunión.

Así que a diferencia de otras ocasiones en las que me desespero por su lentitud; le amé
, le esperé, conversamos, y nos detuvimos en tres ocasiones más. Bebimos agua de la fuente y hasta le iba empujando en las pendientes más inclinadas.

Este tiempo quedó grabado en mi mente y recordé mi experiencia del comienzo del verano del año pasado en la que también le esperaba pacientemente y ahora más que paciente pienso que es amorosamente. Lo compartí con mi esposa y terminé escribiéndolo en el blog.

En esta ocasión pensé: "Si nosotros somos malos y podemos amar de esa manera ¿cuánto más es el amor de Dios por nosotros?", "Si soy capaz de esperar a mi hijo, parar, renunciar a que yo quiero llegar lo más pronto a la cima, y más bien puedo deleitarme mientras pasamos el tiempo juntos y puedo inclusive empujarlo para que llegue arriba, ¿con cuánto más cariño mi Padre celestial me espera, me lleva, me habla, me entusiasma, me hace ver que no es tan difícil llegar a la meta y hasta me empuja para llegar a la misma?"

Finalmente; esta noche al acompañar a mi hijo y orar con él y sin que él tuviera idea de que había comenzado a escribir estos pensamientos; me preguntó: ¿te acuerdas de el día que fui en bicicleta al parque y tú estabas corriendo? Le dije que sí y que justamente estaba escribiendo sobre esto. A lo cual se levantó y en silencio me abrazó con mucha fuerza. Lo besé, le dije que lo amaba. Se acostó nuevamente y plácido se durmió.

Oh Señor: Tu amor es mayor que mi amor. La paternidad me regala una pizca de entendimiento acerca de tu amor. Gracias por esos destellos de tu luz en medio de la cotidianidad y la posibilidad de compartirlos para que otros puedan disfrutar también de tu presencia y amor. Gracias Señor. Te necesito mucho y sin ti nada soy.