Wednesday, October 12, 2011


La emoción indescriptible de volver a ver al añorado ser amado, la distancia que se acorta entre dos seres que se aman y que por fin se vuelven a ver es como la parábola del hijo que regresa a casa y por fin es abrazado por su padre. Los niños estaban tan felices que no lo podían creer. Lisa sintió tanta alegría cuando por fin pudimos salir de Bogotá que le dijo a la visabuelita " como tú estás más cerca de ir al cielo, hazme un favor, llévale un mensaje a Dios, dile que muchas gracias por dejarme ir a ver a mi papi, que lo extraño tanto y que no me quedé aquí sin poderlo ver". Y es que en el aeropuerto en Bogotá a sólo unos minutos del momento de abordar el avión la policía del aeropuerto me informó que no podía salir del país, porque el permiso de salida de los niños no estaba con la fecha correcta y que tenía que hacer uno nuevo con la fecha de ese día de viaje.
No lo podía creer, y ahora Jorge tenia que mandarme un nuevo permiso de salida de los niños con la fecha apropiada, y era la una de la madrugada en España y pensé ¿dónde consigue él un escaner para hacer la carta a mano con huella digital y todo para que llegue en menos de 20 minutos a Colombia? Intervención divina y mucha oración de esos tres niños que se angustiaron al pensar que no podríamos viajar. Finalmente llegó el muy esperado permiso, fue revisado al menos por cuatro expertos en huellas digitales y aprobado. Una prueba para la fe, la cual se fortaleció mucho después de semejante milagro. Al llegar a nuestro nuevo lugar que se llamará hogar y a pesar del cansancio, los niños ayudaron a empujar las ocho enormes maletas que llevamos con los sueños empacados para servir a un Dios que se lo merece todo.

Y con las emociones vividas de ser una familia unida de nuevo, como un sueño hecho realidad, y una segunda luna de miel; comienza nuestra historia en esta increíble tierra ibérica.