Este es un tiempo en el que la cuenta es regresiva. Cada vez son menos días los que quedan para nuestra partida.
Por ahora el plan es que el papá parta primero y la familia lo hará 15 días después. No es nuestro ideal; pero confiamos en que el dueño de todos los tiempos y todos los sucesos está en control. Bien dijo que los cabellos de nuestra cabeza están contados y que ni una hoja de un árbol se mueve sin su voluntad. Definitivamente seguimos en sus manos. Sus caminos son insondables y sus pensamientos son más altos que los nuestros; y lo más importante es que su amor es eterno y su misericordia también. Ese es el Señor en el que confiamos.
Viajaremos a la capital de nuestro país para tener la oportunidad de despedirnos de familiares y amigos allí. Luego partiremos a un lugar en el cual nunca antes estuvimos y por supuesto en el que nunca hemos vivido. Pero nuestra esperanza y confianza está en el Dios vivo. Todo lo recibimos de Él y en Él seguimos esperando.
Salimos con muchos sueños y deseos. El deseo principal es el de dar testimonio de Jesús, de su amor y de las buenas noticias del evangelio a todos aquellos que en la vida cotidiana encontremos a nuestro alrededor. Ese es el principal motivo y petición que tenemos para aquellos que nos acompañan con sus oraciones: que seamos llenos del Espíritu Santo de modo que el amor de Cristo sea tocando las vidas de aquellas personas que transcurran o confluyan en nuestro diario vivir.
Seguimos en las manos de Dios.
Apreciamos mucho la compañía de amigos y familiares en este camino. Sabemos que no estamos solos y eso nos conmueve mucho.
