Saturday, December 7, 2013

20 años Caminando

Hoy se cumplen 20 años de la segunda aventura más emocionante de mi vida. Este fue el día que le declaré mi amor a mi esposa.

Tres elementos me recuerdan este camino: Un pingüino con un aviso que dice "Tú derrites mi corazón", una Biblia de estudio (Thompson) y unas velas.

Las velas porque hace 20 años un 7 de diciembre (noche de las velitas) se convirtió en un día inolvidable. 

Inolvidable por ejemplo mi nivel de inglés por ese tiempo, pues al despedirme de mi amada ese día le dije: "Te quiero" y ella respondió: "Me too" y yo me imaginaba el significado pero como no estaba seguro tuve que preguntar a otra persona (como dicen en Colombia quedé "gringo"). A mis hijos les divierte mucho esa parte de la historia y se sorprenden de que yo no supiera siquiera el significado de su respuesta.

Hace 20 años pasé a recoger una Biblia de Estudio Thompson en una pequeña librería de una iglesia pentecostal. Fui a recogerla con mi amada después de decirle que lo que sentía por ella era más que "una amistad". En esta Biblia junto al verso que dice: ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? escribí meses después por la fe... matrimonio de J & M.

Esa mañana de 1993 le entregué el Pingüino que mi amada hasta la fecha de hoy ha conservado a pesar de los movimientos geográficos que hemos experimentado. Han pasado los años, el polvo y la diversidad de caminos, pero ella continúa derritiendo mi corazón.

Hay una larga historia que podría contar; sin embargo sólo quiero recordar esta ocasión que ya forma parte de la mitad de la historia de mis días de peregrinaje aquí en este mundo.

Dios es romántico; estas memorias dan más sentido a mi vida y me permiten agradecerle a Él por su misteriosa pero perfecta manera de actuar en nuestras vidas. Hoy celebramos esta fecha en medio de muchas risas, nerviosismo e interés de nuestros hijos y mi mamá quien nos acompaña en casa por estos días.

Tuesday, October 29, 2013

Caminando, Pedaleando, Empujando

Este fin de semana; después de más de un año sin escribir en este Blog; la inspiración volvió al experimentar de nuevo la paternidad.

El domingo nos devolvieron la hora que nos habían quitado en la primavera. Así que el domingo cuando despertamos a las 8:00 a.m.; no eran las 8:00 sino las 7:00. ¡Que alegría! nos habíamos levantado temprano y no estábamos cansados.

Aproveché esta oportunidad para salir a correr un poco e invité a mi hijo a que me acompañara en su bicicleta. Salimos por una avenida cercana a casa y fuimos por un parque que atraviesa gran parte de la ciudad de sur a norte. Este es un parque con una foma muy alargada que me recuerda los mapas del Mar Rojo y la península del Sinaí. Al norte por donde comenzamos es la parte más alta y al sur donde arrivamos a la mitad de nuestro recorrido la parte más baja. Quiere decir entonces que la primera parte del recorrido la hicimos en bajada y la segunda en subida.

Al llegar a la mitad del recorrido le dije a mi hijo: "prepárate porque la parte que viene ahora es toda subiendo". Comenzamos tranquilamente a subir y unos minutos después me pidió parar para descansar. Normalmente "nunca" me detengo ya que para mí volver a comenzar a correr me es más difícil. Pero en esta ocasión había decidido de antemano que me detendría y que tendría en mí mismo mucha alegría y paciencia con mi hijo y que disfrutaríamos juntos de ese tiempo de comunión.

Así que a diferencia de otras ocasiones en las que me desespero por su lentitud; le amé
, le esperé, conversamos, y nos detuvimos en tres ocasiones más. Bebimos agua de la fuente y hasta le iba empujando en las pendientes más inclinadas.

Este tiempo quedó grabado en mi mente y recordé mi experiencia del comienzo del verano del año pasado en la que también le esperaba pacientemente y ahora más que paciente pienso que es amorosamente. Lo compartí con mi esposa y terminé escribiéndolo en el blog.

En esta ocasión pensé: "Si nosotros somos malos y podemos amar de esa manera ¿cuánto más es el amor de Dios por nosotros?", "Si soy capaz de esperar a mi hijo, parar, renunciar a que yo quiero llegar lo más pronto a la cima, y más bien puedo deleitarme mientras pasamos el tiempo juntos y puedo inclusive empujarlo para que llegue arriba, ¿con cuánto más cariño mi Padre celestial me espera, me lleva, me habla, me entusiasma, me hace ver que no es tan difícil llegar a la meta y hasta me empuja para llegar a la misma?"

Finalmente; esta noche al acompañar a mi hijo y orar con él y sin que él tuviera idea de que había comenzado a escribir estos pensamientos; me preguntó: ¿te acuerdas de el día que fui en bicicleta al parque y tú estabas corriendo? Le dije que sí y que justamente estaba escribiendo sobre esto. A lo cual se levantó y en silencio me abrazó con mucha fuerza. Lo besé, le dije que lo amaba. Se acostó nuevamente y plácido se durmió.

Oh Señor: Tu amor es mayor que mi amor. La paternidad me regala una pizca de entendimiento acerca de tu amor. Gracias por esos destellos de tu luz en medio de la cotidianidad y la posibilidad de compartirlos para que otros puedan disfrutar también de tu presencia y amor. Gracias Señor. Te necesito mucho y sin ti nada soy.